20 DE AGOSTO: FIESTA DE SAN BERNARDO

12/08/2022 | Agenda

Un tiempo de comunión fraternal... 

Con María, caminamos como peregrinos. Su fe nos dice a dónde lleva su camino. Alabado sea Dios por la esperanza que tú, María, nos cantas.


El sábado 20 de agosto, loa Siervas de María invitaron a quienes quisieran participar en la fiesta de San Bernardo, a vivir juntos este tiempo de fraternidad, de oración a Nuestra Madre María, la primera en su camino hacia el Reino.


La jornada tuvo lugar en el monasterio de San Bernardo de Anglet.

Al principio de la mañana, Arielle y Gérard, asiduos voluntarios de la Congregación, compartieron su testimonio, ante una asamblea compuesta por las Hnas. Bernardinas y Siervas de María, pero también por laicos que vinieron a compartir esta jornada.


Luego fue un momento de meditación en la capilla de paja, un lugar sagrado lleno de historia, que permitió a la Hna. Isabelle, Superiora General de la Congregación, de recordar la historia del lugar, pero también el compromiso y la misión de las Siervas de María, especialmente de las Bernardinas.


La misa, celebrada por el padre Decha en la capilla del convento de las Bernardinas, fue seguida de un almuerzo de convivencia en el pasto de los jardines del monasterio. Fue la ocasión de un encuentro fraternal con las Hnas. de Notre Dame y de la Región Francesa, pero también con hermanas jóvenes de Argentina, Costa de Marfil e India, que estuvieron presentes para una sesión de formación del 8 al 26 de agosto.



San Bernardo era el "cantor de María", con él la alabamos:


Virgen Santa, Dios te eligió desde toda la eternidad

para darnos a su amado hijo.

Lleno de gracia, te aclamamos.


Ave, Ave, Ave María.


Dando a tu Hijo a los hombres, Madre rica en bondad

haces la alegría de tu Creador.

Lleno de gracia, te aclamamos.


Oh María, refugio más seguro para los hombres, tus hijos,

nos comprendes y velas por nosotros.

Lleno de gracia, te alabamos.




El testimonio compartido por Arielle Serveille-Brignon 


"Compartimos las alegrías y las esperanzas, las angustias y las pruebas de la gente de nuestro tiempo...

Todo lo que toca al hombre tiene un eco en nuestros corazones.(reglas de vida)  


I. Mi historia con el Convento de las Bernardinas comenzó en 2007 (hace ya 15 años), cuando llegué allí para hacer unos días de retiro. Me conmovió la paz que sentí en ese momento problemático de mi vida. Tras el análisis, varios ingredientes lo hicieron posible. 


En primer lugar, destacaría la acogida y el acompañamiento de las Hnas. de la Comunidad. Recuerdo que, en el refectorio, la amable Sierva de María que servía la comida esos días, me trajo un paquete de pañuelos. Todavía puedo ver las miradas amables y las sonrisas discretas que me acompañaron durante toda mi estancia. Las oraciones de la Comunidad en la capilla de paja, en particular, y los consejos ignacianos de la Hna. (Madre Superiora en ese momento) me dieron confianza y paz. En segundo lugar, ponía el silencio y la soledad que me permitían volver a centrarme, a escuchar esa voz interior que habla al corazón, a volver a conectar conmigo y a comprender que no estaba sola en el camino de la vida. 

Después de esta experiencia inédita, muchas cosas cambiaron y, en 2009, me vine a vivir más cerca de las Hnas. y del convento, porque me sentí llamada y de alguna manera "agradecida" por el amor recibido y compartido aquí. Llamada a venir a rezar aquí diariamente, a nutrirme de la Palabra, a recargarse de energía divina a través de la Eucaristía y a recargar las pilas en un entorno natural, preservado y rural. Creo que he sacado mucho de estos años, y le estoy infinitamente agradecido. 

Naturalmente, cuando me sentí mejor, quise devolver algo, y así me propuse hacer Acogida y Acompañamiento, al principio una vez a la semana, luego dos. Luego, tuve la oportunidad de profundizar en la vida del Padre Cestac, dentro del grupo Cestac, de ayudar en la redacción de la Charte en 2017, de releer y compartir las Cartas a Elise, de co-animar el taller Rostros de María... Lo más destacado en San Bernardo es la recepción, dos veces por semana, y el cementerio.


II. Mi misión aquí (como la siento y la practico) es :

    1) dar a conocer al Padre Cestac, su obra y la Congregación que fundó a las personas que pasan por allí. Me siento llamada a hablarles de su gran devoción a María, de su espíritu de apertura, de acogida de los más pobres. Les explico que este lugar es un sitio de silencio, de oración, de renovación, donde uno siempre puede ser acogido para una breve pausa espiritual o para un retiro de algunos días. También introduzco NDR cuando veo que están realmente interesadas.

    2) reavivar la llama (dar gusto a la vida). Escuchando atentamente, porque a veces la gente viene a confiar en mí, a buscar consuelo, consejo u oración. Y, compartiendo propuestas abiertas a un público más amplio (con el apoyo de la Hna. Annie Houssin y la Hna. Arantza): parada espiritual cuaresmal en el cementerio "Hacer y deshacer", desde 2019; paseos meditativos en 2020, reanudados con la Hna. Arantza en la primavera de 2022; talleres Cartas a Elise y Rostros de María, mencionados para que conste que se realizan en NDR. 


III. Mi experiencia: estoy en la escuela de María. 


Ella me enseña 

  • la fidelidad, la adhesión al compromiso que he asumido
  • la paciencia (su tiempo no es nuestro tiempo) 
  • el abandono (su voluntad y no la mía) 
  • la humildad (renuncia, renuncia a sí mismo, aceptación)
  • la aceptación (del otro en su diferencia)

Recibo las gracias 

  • la alegría de compartir con las Hermanas que me visitan, con la gente que pasa, con el capellán que siempre es amable y alentador
  • la gracia del silencio, de la oración comunitaria y personal,
  • la gracia de sentirse acogida, apoyada, animada y esperada. 

A veces vivo en silencio, a veces compartiendo, según la voluntad de la "Señora del lugar"; a veces acojo, a veces soy acogida.


IV. Conclusión 

Recordad que lo que me atrajo aquí en 2007 fue el consuelo, la escucha y la acogida que recibí de vosotros. Esto es lo que tenemos que ofrecer hoy, como hizo el padre Cestac en su tiempo. Buscaba consuelo, hoy consuelo a mi vez. Le agradezco que pueda asegurar, en la confianza que me otorga, la acogida de todos los que pasan por allí. La acogida de los visitantes, de los que descubren por casualidad, mientras compran verduras, la acogida de los que vienen a rezar, a descansar, a recargar las pilas, a veces de los peregrinos de Santiago, de los que participan en la reparación del cementerio, en las jornadas de recogimiento ofrecidas, en el paseo por el bosque. Este lugar no puede entenderse sin acoger a las personas en situación moral o física precaria, a las que están en búsqueda, pues el espíritu del padre Cestac es acoger con amor. Es un lugar de reconstrucción, de curación de los corazones, un lugar de paz, de encuentro y de silencio. 





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