Deshacer y rehacer: el Perdón

Deshacer y rehacer: llamados a perdonar

Deshacer

  • Tiempo de Búsqueda: deshacer nuestros "a priori" respecto al perdón

"Estaría más conforme con el espíritu de nuestra divina Madre utilizar más caridad y moderación para todos los que obraron mal hacia nosotros." (Padre Cestac)


Definición: actitud que traduzca la capacidad de nuestro corazón a renunciar a vengarse de una ofensa y a privilegiar el amor sobre la revancha. El perdón a menudo se comprende mal incluidos los cristianos.

El perdón es una exigencia cristiana. Esta realidad es tan central para la fe cristiana que existe en la iglesia para católicos, ortodoxos y anglicanos, el sacramento de penitencia y reconciliación que permite perdonar los pecados. El perdón forma parte del Padre Nuestro (Mateo 6,9-13) y de la profesión de fe católica, el credo. En el Evangelio vemos a menudo a Cristo perdonar o recordar la importancia del perdón: la pecadora (Lucas 7,36-50), la parábola del hijo pródigo (Lucas 15,11-32), Jesús en la Cruz (Lucas 23,34).



  • El perdón no se merece, el perdón es una gracia

Sobrepasa nuestro entendimiento estrictamente humano. Por tanto, la Paz es posible únicamente al precio del perdón. 

"Perdonad, si queréis ser perdonados vosotros mismos." (Juan Crisóstomo - Las homilías, discursos y cartas escogidas, 1785)

Tenemos que sacrificar el orgullo, conmiseración sobre si mismo y deseo de justicia. Vivimos en una sociedad que nos invita a hacer todo lo que está de nuestra parte para defender nuestros derechos. El perdón humano es una gracia, como el perdón divino. El ofensor no tiene que "merecer" como nosotros no merecemos el perdón de Dios. El arrepentimiento del ofensor no es un premio que deba pagar para que le perdonemos. No podemos exigir que nuestro ofensor merezca nuestro perdón ni estar seguros de que no nos volverá a hacer daño. Vayamos hacia nuestro ofensor o a la persona que hayamos ofendido, sin esperar nada.



  • El perdón no es un sentimiento, es una opción de la voluntad

Perdonar, es no ser cruel con el otro. Algunos dirán: "No puedo perdonar". La primera cuestión no es de poder (es el poder de Dios) sino de querer. Cuando escogemos perdonar a los que nos hacen daño, no suprimimos el poder que tiene sobre nosotros. 

Mientras nos resistamos a perdonar, nos resistimos a Dios y no puede ayudarnos porque rechazando perdonar nos lleva a los tormentos.

La parábola del servidor que no accedió a perdonar en Mateo 18,23-35 termina atormentado. El maestro entrega a los verdugos el servidor despiadado que se niega a perdonar u a ofrecer el perdón que él mismo recibió.

¿Quiénes son los verdugos que atormentan a los que no per-donan? La amargura, el odio, el rencor, el deseo de venganza, la compasión de si mismo, el espíritu de enjuiciar… "Mirad cómo mi Padre celestial os tratará si no sabéis perdonar". Estamos librados a los tormentos. Somos prisioneros de lo que pensamos y de los sentimientos que no queremos abandonar. Al principio, esos muros que levantamos ante la persona que nos ha herido, van a asegurar una cierta protección, pero poco a poco vamos construyendo nuestra propia cárcel con nuestros tormentos.

La buena actitud es decir, escojo perdonar, y así, escojo no mantener mi sufrimiento. "El perdón es lo propio del hombre valiente." (Gandhi - Cartas a Ashram, 1937)

Perdonar exige coraje y determinación. "Busca en el fondo de ti mismo, y encontrarás la fuerza que necesitas. El perdón es una opción del corazón que va contar el instinto espontáneo de devolver mal por mal." (Juan Pablo II)

De igual modo si queremos, a menudo no sabremos como perdonar. Con su gracia, Dios está dispuesto a ayudarnos y a darnos el perdón. "Allí donde abundó el pecado la gracia sobreabundó." (Romanos 5,20). La gracia de Dios es más fuerte y más grande que el pecado. No esperemos que la justicia nos sea devuelta. Nuestro perdón desencadena el acto de justicia por parte de Dios: "La bondad y la misericordia son la verdadera justicia del hombre, puesto que él mismo necesita la indulgencia y el perdón." (Auguste Guyard, 1808-1882 - Quintessences, 1847)



  • El perdón no es olvido, es superación

Dios perdona olvidando. La Escritura dice que Dios no se acordará nunca de nuestros pecados. 

"Perdonaré su iniquidad, y no me acordaré más de su pecado." (Epístola a los Hebreos 10,17 y Jeremías 31,34)

"¿Qué dios es semejante a ti, que perdonas la iniquidad y olvidas los pecados del resto de tu heredad? No mantendrá su cólera por siempre, pues se complace en la misericordia. Tendrá compasión de nosotros, pondrá bajo sus pies nuestras iniquidades; arrojarás al fondo del mar todos sus pecados." (Miqueas 7,18)

En revancha, el hombre perdona guardando la memoria. No es dueño del olvido. Es un acto difícil y saludable. "Si no perdonáis, no seréis perdonados."

En efecto, la primera persona a la que le hacemos bien perdonando es, a nosotros mismos. Si nuestro ofensor nos pide perdón, es más fácil de perdonar, pero si no nos lo pide. ¿Qué hacemos con la ofensa? ¿Vamos a dejarnos infectar y difundir su veneno? ¿Y si rechaza nuestro perdón? La andadura del perdón, a menudo larga y difícil, consiste en alejar de nosotros la ofensa, sin esperar del otro que acoja este perdón.

Si no perdono, sigo prisionero de la ofensa y de mi sufrimiento. ¡El perdón libera! "El perdón no hace olvidar el pasado, sino que ensancha el futuro." (Paul Boese, 1923-1976 - Forgivenness)

"Perdonar una injuria recibida, es curarnos nosotros mismos la herida de nuestro corazón." (San Vicente de Paul - Las máximas espirituales, posthume, 1576)



  • Tiempo personal de reflexión: ¿Qué debo deshacer en mí para perdonar mejor?

- Puesto que el perdón no se merece ¿qué es lo que me paraliza? 

- Puesto que el perdón no es un sentimiento, ¿qué es lo que me impide darlo o recibirlo? 

- Puesto que el perdón no es olvido, ¿qué tengo que superar en mí para perdonar? 

"Sed buenos los unos para los otros, tened un corazón lleno de ternura. Perdonaos los unos a los otros como Dios nos ha perdonado en Cristo." (Efesios 4,32)

El Padre Cestac también nos invita a perdonar: "¿No quisierais contar que usaron la bondad y la caridad hacia vosotros? Haced lo que quisierais que hiciesen por vosotros?"

La misericordia es la fuente del perdón. Se manifiesta plenamente. El Papa Francisco escribe: "La misericordia es el acto último y supremo por el cual Dios viene a nuestro encuentro. Es el camino que une a Dios con el hombre para que abra su corazón a la esperanza de ser amado para siempre a pesar de los límites de nuestro pecado." Subraya que: "La Iglesia no está aquí para condenar, sino para permitir el encuentro con este amor visceral que es la misericordia de Dios. No debe cerrar su puerta a nadie.

"Por su Palabra, sus gestos y toda su persona, Jesús es el rostro de la misericordia del Padre." (Padre Cestac)

"El hombre que perdona o que pide perdón comprende que hay una verdad mayor que él." (Juan-Pablo II)

"Eres lo que te haces. ¿Quieres conocer la dicha? Entonces envía pensamientos de amor, de perdón de tu pasado. No dejes derivar la barca de tu alma en el océano de odios y tempestades. Busca la paz en tu corazón y que te sirva de ancla." (BabacarKhane, nacido en Dakar en 1935, autor y profesor egipcio de yoga)

Perdonar es una necesidad para vivir y ser feliz. El perdón nos transforma, transforma nuestras relaciones y nuestra vida. Perdonar no significa negar las heridas del pasado, sino que en vez de resentirse continuamente de esas penas, de guardarlas en nuestro interior, de vivirlas todavía, permite desembarazarse de la energía y de la fuerza de la cólera que está en nosotros. Es un gran alivio, una liberación, un renovarse.



Rehacer

  • El Tiempo de la Luz : "Escoge la Vida"

El Padre Cestac nos muestra la bondad de Dios: "Dios es un Buen Padre. No nos pide más que nuestro corazón y, con tal que le demos sinceramente y sin reserva, está dispuesto a olvidar, a perdonar, a borrar todas las faltas de las que nos sentimos culpables, aunque fueran más que los granos de arena que bordean el mar." (carta del 23 mayo 1819)



  • ¿Estamos dispuestos a acoger la Vida?

Me arriesgo a salir de mi mismo, para renacer diferente, dejo mi vestido de tristeza, me uno al otro ahí donde esté, sin intentar cambiarlo. Eso no me pertenece.

"Escoge la vida." (Deuteronomio 30,15-19)

"He venido para que tengas vida y la tengas en abundancia." (Juan 10,10)

Siendo así, perdonar es dejarse desconcertar para elegir la vida. En efecto, el pecado "mortal" es el que mata la vida. Estemos convencidos de que Dios no se separa jamás de nosotros, sino que somos nosotros los que cortamos con Él poniendo obstáculo a su Amor, a la Vida.

El pecado es, dejarse arrastrar por la costumbre, la rutina, el saber, que no llega a ser conocimiento, es decir renacer de nuevo… Nos dejamos llevar por la vida devoradora, nos dejamos llevar hasta llegar a no pensar por uno mismo…nos dejamos llevar para no ver claro "tenéis ojos para ver y no veis" todavía, nos dice Jesucristo "tenéis orejas y no oís". Nos dejamos arrastrar para no descubrir lo nuevo, para no cambiar, para quedarnos instalados… Estamos tan bien juntos, sin movernos, todo eso, no hace vivir. No queremos "des-instalarnos". Estaba tan ordenado…todo eso me desinstala, me saca de mi pequeña vida, había encontrado mi ritmo, mi velocidad de crucero…



  • ¿Estamos dispuestos   reconstruir nuestras relaciones? 

    - Principio 1: no condenar

¿Qué sabemos de lo que esconde de miseria, de inquietud, de esperanza, de espera detrás la persona que nos ha ofendido?

"Si alguien os ofende, no veáis sino su desgracia y rezad por él." (Padre Cestac)


    - Principio 2: Dios es amor

La mujer adúltera "Vete y en adelante no peques más." (Juan 8,1-11)

Dios es Amor, por eso no condena al pecador. Quiere que viva. No condenando Jesús crea. Dios no está contra el hombre sino para el hombre que lo ha creado por amor.

Dios da la Vida, por eso nos invita a dejar nuestro ego para volvernos enteramente a Él, es decir, también hacia los otros, pues Dios y el hombre no son más que uno. Jesús envía a la mujer a su casa, viva, y aconsejándole que no peque más.


    - Principio 3: contra, al lado, con

¿Cómo entrar en relación? 

Si camino "contra" siembro división. 

Si camino "al lado", engendro soledad. 

Si camino "con", permito vivir.

Cf. "Un ser nuevo para un mundo nuevo" de Marguerite Hoppenot.



  • ¿Estamos dispuestos a responder como hijos de Dios? 

Somos sus hijos queridos, ¿Estamos dispuestos a dar un "sí" para llegar a ser hijo/hija de Dios? ¿Reconocer y aceptar esta relación filial para vivirla?

"Vela sobre tu corazón más que sobre cualquier otra cosa pues desde él que brotan las fuentes de la vida." (Pr 4,23)

"Levántate, toma tu camilla y anda." (Mat. 9,6)

"El hombre busca la felicidad: quiere ser feliz. Todo lo que hace, sus trabajos, andaduras, sus mismas privaciones, todo tiene como meta un único fin… Dios no hace nada inútil. El hombre librado a su libertad, iluminado por la razón y todavía más por la fe, puede examinar los diferentes caminos de la vida, determinarse por aquel que más le conviene." (Padre Cestac - carta a Élise, 16 de noviembre de 1828)

Pecadores, necesitamos ser perdonados y también perdonar.

Solo la lógica del amor puede hacernos comprender lo que es el perdón de Dios. Perdonar no es únicamente reconocer la falta, es devolver el amor, ponerse en actitud positiva de corazón a la atención del otro y saberse perdonado es estar seguro de ser amado.

El perdón de Dios depende de nosotros pues indica la andadura positiva por la cual, abriendo de nuevo nuestro corazón, nuestra vida está inserta a la corriente creadora y unificadora del Amor divino.



  • Tiempo personal de reflexión

He escogido la Vida, me comprometo a reconstruir mis relaciones, acepto decir "" al que es mi Padre y que no quiere más que mi felicidad.

Ahora entiendo que las llamadas a "perdonar" y a "amar" son lo mismo y que la aventura de mi vida es ser llamada, al seguimiento de Jesucristo, a "ser amor".

Escoge la vida.

Dejémonos tocar por la paciencia de Dios que acaba teniendo razón de nuestras huidas, de nuestro andar vagando y de nuestras contradicciones.

"La historia de toda alma no es más que la historia de las bondades del Señor en favor nuestro." (Padre Cestac)



  • Tiempo de compartir

Apoyándonos en nuestra búsqueda y a la luz de la Palabra y de los textos propuestos, tomemos tiempo para pararnos en nuestros interrogantes, nuestros descubrimientos.

Al finalizar esta etapa, ¿Puedo precisar lo qué es recibir un perdón, dar un perdón? ¿Por qué es tan importante perdonar? ¿A qué actitudes me compromete todo esto?

Tomemos, cada uno personalmente una decisión para perdonarse y perdonar al otro…



  • Oración

Señor, que nos mandas que nos amemos los unos a los otros como tú nos has amado, haznos descubrir el secreto de entrar en comunión con el hermano que nos das para amarlo…

Señor, descúbrenos el secreto de este amor que derriba las murallas, que pone fin a las soledades, que fundan todo en uno y que da la paz. ¡Es vuestro secreto! 



  • La Gracia del primer paso

"Padre, sabemos que la reconciliación y el perdón no pueden venir más que de Ti.

Ahora concédenos la gracia del perdón, la fuerza para reconciliarnos con los que viven bajo nuestro techo, y con los que están lejos.

Haznos amar incluso a nuestros enemigos. No permitas que el sol se ponga con un rencor o una cólera en nuestros corazones. Concédenos la gracia del primer paso y nos pareceremos a Ti."

(del Cardenal Danneels, con ocasión del viaje de Juan Pablo II a Bélgica en 1985)



  • Guía para la Reconciliación

"Enséñales y hazles oír que la penitencia más agradable al Señor que santifica a los otros, es la práctica habitual de la humildad, de la modestia, de la dulzura, el trabajo cotidiano según la regla y todo eso animado por un gran amor hacia nuestro Señor y una tierna devoción a Nuestra Señora y Buena Madre." (Padre Cestac - carta 27 julio 1839)



Realizado por Sor Annie Houssin, Marie-Laure Chaperon y Arielle Serveille, con la amable participación del P. Patrick Moulié, capellán beterramita, en el Convento de las Bernardinas, Congregación de Siervas de Maria, Anglet, Francia