"SOMOS FAMILIA" - AGOSTO 2022

Caminemos Juntos – Carta Agosto 2022

Queridos lectores,

Es una alegría mantenernos cerca espiritualmente a través de estas cartas. Este espacio de encuentro espiritual nos recuerda que "Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia adelante.” (FT 8). Agradecemos las reacciones que se han brindado a través de nuestro grupo Facebook o por correo electrónico ensemblelsm@gmail.com.


Somos Familia

En esta oportunidad presentamos la segunda carta de este año continuando con el tema de la fraternidad, "Somos familia" para la cual caminaremos junto a las ideas centrales del Papa Francisco expresadas en la Fratelli Tutti y el testimonio de una vida fraterna en la persona y obra del Padre Cestac.


Fratelli Tutti: una forma de vida con sabor a evangelico

Continuando con la propuesta de la ecología integral expresada en Laudato Sí, Francisco profundiza sobre la dimensión social en términos de hermandad y amistad: "Somos hermanos” o como inspira el lema de estas cartas, miembros de una gran familia humana.


¿Sera posible el ideal de une familia? Pareciera ser que NO... (FT 9-29)

Ciertamente como familia nos encontramos viviendo un clima sombrío caracterizado por nuevas formas de egoísmo y pérdida del sentido social. El fenómeno de la globalización nos acerca, pero no necesariamente en términos de hermandad y así es como muchos se encuentran más solos que nunca. 


La política parece perder terreno frente al avance de los poderes económicos; sin proyectos de largo plazo se siembra la desesperanza y se suscita la desconfianza constante caracterizada por la exacerbación y la polarización. La cultura penetrada por una especie de “descontruccionismo” en el cual la libertad humana pretende construir todo desde cero, sin tener en cuenta raíces y despreciando la historia. 

Pareciera que no se valora del otro su parte de verdad, sus valores y de este modo la sociedad se empobrece y reduce a la prepotencia del más fuerte.  Se evidencia una cultura del descarte en la que no se considera a las personas como un valor primario que hay que respetar y cuidar, especialmente si son pobres o discapacitados, o si “todavía no son útiles” -como los no nacidos- o si “ya no sirven” -como los ancianos-.  


Los derechos humanos no son iguales para todos a tal punto que continúan existiendo nuevas y diversas formas de esclavitud. Guerras, atentados, muros, persecuciones por motivos raciales o religiosas son las ruinas del proyecto mismo de fraternidad inscrito en la vocación de la familia humana. 

(…) No ignoramos los avances positivos que se dieron en la ciencia, la tecnología, la medicina, la industria y el bienestar, sobre todo en los países desarrollados. No obstante, "subrayamos que, junto a tales progresos históricos, grandes y valiosos, se constata un deterioro de la ética, que condiciona la acción internacional, y un debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de responsabilidad. Todo eso contribuye a que se difunda una sensación general de frustración, de soledad y de desesperación".


Es verdad que una tragedia global como la pandemia de Covid-19 despertó durante un tiempo la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que "nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos". (FT 22) Pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en (…) en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén “los otros”, sino sólo un “nosotros”. Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de aprender. "El “sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el "todos contra todos", y eso será peor que una pandemia. "(FT 35-36)


Sin embargo es posible, con una cultura de encuentro

[…] El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. "El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí."  (FT 29)


Para los cristianos siempre hay camino de esperanza porque Dios sigue dando a la humanidad semillas de bien en lo profundo de cada corazón humano. (FT 54) Será tiempo entonces, de generar espacios en nuestras comunidades para que podamos propiciar la cultura del encuentro. Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud "si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás". (GS 24)


Francisco realiza una profunda reflexión sobre la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37). Jesús propuso esta parábola para responder a una pregunta: ¿Quién es mi prójimo? La palabra “prójimo” en la sociedad de la época de Jesús solía indicar al que es más cercano, próximo. Se entendía que la ayuda debía dirigirse en primer lugar al que pertenece al propio grupo, a la propia raza. Un samaritano, para algunos judíos de aquella época, era considerado un ser despreciable, impuro, y por lo tanto no se lo incluía dentro de los seres cercanos a quienes se debía ayudar. El judío Jesús transforma completamente este planteamiento: no nos invita a preguntarnos quiénes son los que están cerca de nosotros, sino a volvernos nosotros cercanos, prójimos. La propuesta es la de hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin importar si es parte del propio círculo de pertenencia. En este caso, el samaritano fue quien se hizo prójimo del judío herido. Para volverse cercano y presente, atravesó todas las barreras culturales e históricas. La conclusión de Jesús es un pedido: "Tienes que ir y hacer lo mismo" (Lc 10,37). Es decir, nos interpela a dejar de lado toda diferencia y, ante el sufrimiento, volvernos cercanos a cualquiera. (FT 80-81)


Este encuentro misericordioso entre un samaritano y un judío es una potente interpelación, que desmiente toda manipulación ideológica, para que ampliemos nuestro círculo, para que demos a nuestra capacidad de amar una dimensión universal capaz de traspasar todos los prejuicios. (FT 83) Recordemos que (…) Cristo derramó su sangre por todos y cada uno, por lo cual nadie queda fuera de su amor universal. (FT 85)

El sentarse a escuchar a otro, característico de un encuentro humano, es un paradigma de actitud receptiva, de quien supera el narcisismo y recibe al otro, le presta atención, lo acoge en el propio círculo. A veces la velocidad del mundo moderno, lo "frenético" nos impide escuchar bien lo que dice otra persona. Y cuando está a la mitad de su diálogo, ya lo interrumpimos y le queremos contestar cuando todavía no terminó de decir. No hay que perder la capacidad de escucha». San Francisco de Asís "escuchó la voz de Dios, escuchó la voz del pobre, escuchó la voz del enfermo, escuchó la voz de la naturaleza. Y todo eso lo transforma en un estilo de vida. Deseo que la semilla de san Francisco crezca en tantos corazones" (FT 48). 


Podemos buscar juntos la verdad en el diálogo, en la conversación reposada o en la discusión apasionada. (…) El problema es que un camino de fraternidad, local y universal, sólo puede ser recorrido por espíritus libres y dispuestos a encuentros reales. (FT 50) 

La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es «en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo». En esta tarea cada uno es capaz de "dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. […] El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas". (FT 115)


Fraternidad y Padre Cestac

El Padre Cestac, testimonio de una vida fraterna. Ciertamente encontramos en el beato un espíritu libre y dispuesto a encuentros reales. Caracterizado por una entrega sincera de sí mismo a los demás, Luis Eduardo amplió su círculo social y se volvió prójimo cercano de los frágiles de su época. Su vocación de servicio y cuidado de los demás superó todo prejuicio o barrera cultural. Desarrolla en su vida y su obra un gran sentido de la fraternidad y de la armonía entre las personas. Veamos las diversas facetas:


  • En la familia

- Joven seminarista, Luis Eduardo tiene la preocupación de la unión entre todos en su familia. Unas cartas de principios de 1819 muestran que la relación entre su padre y su hermana mayor, casada desde 3 años, era tensa. Si no aprendemos nada de la razón, escuchamos bien claro el dolor del hermano: "No puedo ver, sin sentir el corazón apretado, la división entre mi padre y mi hermana." (12/02/1819). Trata de explicar a su padre la actitud de su hermana, invita a su hermana al diálogo, y llama a su madre. Ayudó varias veces a la numerosa familia de su hermana mayor cuando enfrentaba graves dificultades financieras y con amenaza de expropiación. 


Los lazos entre Luis Eduardo y sus dos hermanas no se debilitará con los años. Con Elise, su hermana menor y ahijada, los lazos fraternos se transforman con los años en una profunda intimidad espiritual. La hermana menor se convierte en la fiel colaboradora de las iniciativas del hermano y una de las primeras Siervas de María. El profundo afecto del hermano mayor -él tenía 10 años más que ella- no retrocedió, aunque tuvo que utilizar las expresiones graves y respetuosas de la vida religiosa. El Padre Cestac lo recuerda: "El fondo del afecto permanecía, pero había tomado una forma nueva."  (I.M.)  


  • Con las personas acogidas

Para las niñas de la calle, el Padre Cestac abrió una casa de acogida, el "Gran Paraíso" en Bayona. Da a conocer las orientaciones al alcalde de la ciudad: "Las huérfanas son dirigidas con dulzura y bondad: es el espíritu de familia, pero de familia bien regulada, mantenida en orden por la obediencia y hecha amable por el reconocimiento y el afecto..." (4/04/1862)


Lo mismo para las jóvenes prostitutas acogidas en Notre Dame du Refuge: "Es la dulzura, la bondad lo que preside la dirección de la casa, porque se ignora lo que generalmente hay de sensibilidad en un corazón degradado..."


Al principio, el Padre Cestac dirige estas exhortaciones a sus primeras colaboradoras: "Me siento inclinado a recomendaros la bondad y la dulzura, ... amad a estas niñas como Nuestro Señor, como María los ama; amadlas como buenas madres; en la tierra no tienen más que ustedes. Llévenlas a sus corazones; nunca os dejeís desanimar por sus defectos corporales o espirituales. Se necesita firmeza, pero esa firmeza siempre debe ser atemperada por la bondad y la dulzura". (27/07/1839)


  • Con las religiosas

Para el Padre Cestac, el ideal de la comunidad religiosa es una fraternidad llena de afecto de los miembros de una misma familia:

"Esta Madre admirable quiere ver en todas sus hijas ese afecto santo, esa caridad mutua que, de todos los corazones, no hace más que un solo corazón y una sola alma..." (16/02/1867)

Él mismo se implica con fe y todas las cualidades de su rica personalidad. Escuchémosle:

"Nuestra buena Madre me ha obtenido de nuestro Salvador, la gracia de tener entrañas de padre para nuestro pequeño rebaño..." (26/08/1842)

"Esté perfectamente tranquila con mis sentimientos hacia usted. La Santísima Virgen me ha cargado con su alma. Penetrado de esta responsabilidad, estoy dispuesto a ayudaros con toda mi capacidad y por todos los medios que esta buena y tierna Madre quiera poner a mi disposición. Ante todo, debes abrirme tu alma en toda la sencillez de una confianza filial, como siempre lo has hecho... Mi corazón es siempre el mismo para ti, que tu confianza sea la misma para tu padre..." (6/06/1863)

"Estoy sorprendido y afligido por no recibir noticias de usted. Sin embargo, usted sabe lo mucho que le quiero. Escríbeme. Si tenéis penas, echadlas en el corazón de vuestro Buen Padre... Si tenéis algún consuelo, hacednos partícipes y bendeciremos con vosotros a nuestra buena Madre." (25/02/1867)


El Padre Cestac no cesa de alentar y estimular a las hermanas para que se realice en la Congregación esta fraternidad llena de afecto:

"Sed las unas de las otras llenas de caridad, pero de una caridad cordial y sincera. Vayan siempre al encuentro de lo que puede agradar a los demás..." (19/10/1842)

"Si por error o por debilidad, [una de ustedes] tuviera la desgracia de aflijir a sus hermanas, no debería tener paz ni descanso que no haya reparado el dolor que hubiera podido hacer." (19/10/1842)

En esta unión de corazones hay una gran alegría: "Somos tan felices cuando tenemos paz, cuando la caridad hace que las almas estén contentas y bien unidas". (28/11/1858)


También hoy, la Regla de Vida de las Siervas de María recuerda

"Estamos llamadas a construir comunidades verdaderas y fraternas, (n°19); terrenos donde se arraigue nuestro amor mutuo, por la escucha, la acogida de la Palabra de Dios y de los hermanos." (n°20).

Y deseamos que "Nuestras comunidades puedan decir que, a pesar de las diferencias, la fraternidad es posible, pero bajo la acción del Espíritu." (n°35).


  • Con otros, sacerdotes o laicos

El Padre Cestac ha conocido y mantenido numerosas amistades, profundas y duraderas con sus colegas.

Citemos los lazos que le unían al Sr. Abad Hiraboure, cuatro años más joven y bayonés como él. Juntos en Larressore, colaboraron durante 9 años en la formación de los jóvenes seminaristas: uno como profesor de filosofía y otro de retórica. Luego se encontraron en Bayona, donde el Abad Hiraboure se convirtió en vicario de San Andrés, y luego vicario general de Monseñor Lacroix. En marzo de 1857 fue consagrado obispo de Aire y de Dax. "Una coincidencia especial de gustos y talentos los acercó. Permanecieron siempre unidos por una viva caridad, que no les dejaba indiferentes a ninguno de los acontecimientos importantes de su vida." (Vida del Siervo de María, Luis-Edouardo Cestac - Obispo Puyol)


Con laicos, hombres y mujeres, el Padre Cestac establece también relaciones cordiales, impregnadas de estima y benevolencia.

Citamos la relación fraterna con el Sr. Saubot-Damborgez, notario en Bayona, desde los años 1830. El Padre Cestac se dirige a él para sus compras inmobiliarias, comenzando por la compra de la propiedad “Chateauneuf”, en noviembre de 1838. Tiene gran estima por su competencia profesional. Confió en él para la devolución a la Congregación de los bienes e inmuebles comprados, antes del reconocimiento legal. Él le escribe: "Usted, muy digno amigo, actuará con la inteligencia y la dedicación que hay en vos..." (2/06/1862).

La relación profesional se derivó en una relación de amistad, de gran cordialidad, como deja entrever la final de la carta del 22 de diciembre de 1862: “Por favor, señor y muy respetable amigo, reciba la expresión siempre viva y siempre nueva de los sentimientos fraternalmente respetuosos y agradecidos con los que siempre estoy en el Corazón de nuestra divina Madre, vuestro humilde siervo y amigo devoto." Esta relación fraterna es seguramente también una relación espiritual. El Sr. Saubot-Damborgez nombra al Padre Cestac "el que siempre ha sido mi Maestro y Guía".


En octubre de 1850, el Padre Cestac se encuentra con la Srta. de Meillan y su sobrina Sra. de Barbotan, dos benefactoras de la parroquia de Maslacq. Ve muy rápidamente, en estas dos personas, los instrumentos providenciales que le indican el camino a seguir para comprometer a la Congregación en la misión de enseñanza. El orador adhiere, con confianza, a las opiniones que le exponen: "... trataré de seguir el camino tan sabio y racional que me trazan [sus cartas]” (29/11/1850). Mantendrá una larga relación con estas Damas, por el bien de la Escuela de Maslacq. A lo largo de los años la relación gana confianza y estima. Para resumir los sentimientos del Padre Cestac hacia la señorita de Meillan retomemos algunas líneas de una carta de noviembre de 1861: "Puedo asegurarles que nada ha cambiado en mí los sentimientos de estima, respeto y confianza que les he dedicado y que siempre han reconocido".

Esta evocación del Padre Cestac nos ha mostrado su fidelidad a lo que escribía en su Reglamento de Vida, en 1842: "Debo recibir con la más amable caridad a las personas que Nuestro Señor y su Santísima Madre me envían. En cualquier caso, siempre y sin excepción debo ser amable y bueno con todos".


Fraternidad en nuestra vida, para meditar y compartir

¿No es el Padre Cestac testigo de esa amabilidad que "Fratelli tutti" nos recomienda?

Sabremos, como él:

  • Dejar de lado nuestras urgencias, nuestras ansiedades para prestar atención;
  • Decir una palabra que alienta, estimula, y consuela;
  • Hacer posible un espacio de escucha? (Véase FT 224)
  • ¿Quiénes son los más vulnerables o frágiles de nuestra época o de nuestras comunidades? ¿Cómo hacernos cercanos y prójimos?
  • ¿Qué espacios donde se construye la cultura del encuentro existen en nuestras comunidades? 

Recuerden que pueden escribirnos por mail ensemblelsm@gmail.com o via nuestro grupo Facebook.


Una oración final

Dios nuestro, Trinidad de amor, 

desde la fuerza comunitaria de tu intimidad divina 

derrama en nosotros el río del amor fraterno. 

Danos ese amor que se reflejaba en los gestos de Jesús, 

en su familia de Nazaret y en la primera comunidad cristiana.

 Concede a los cristianos que vivamos el Evangelio

 y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano, 

para verlo crucificado en las angustias de los abandonados

 y olvidados de este mundo

 y resucitado en cada hermano que se levanta. 

Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosura 

reflejada en todos los pueblos de la tierra, 

para descubrir que todos son importantes, 

que todos son necesarios, que son rostros diferentes 

de la misma humanidad que amas. Amén.



Referencias:

  • IM: Itineriario mariano
  • FT: Fratelli Tutti