"SEAMOS ESPERANZA" - SEPTIEMBRE 2023

Caminemos juntos - Carta de Septiembre 2023 

Queridos lectores,

Nos reunimos nuevamente para reflexionar respecto al tema de este año: "Seamos Esperanza".

En esta segunda carta, los invitamos a mirar desde la perspectiva del fundador de las Siervas de María y el Papa Francisco.

¿Cómo podemos "ser esperanza" en nuestra realidad concreta y actual? Recordemos algunas acciones y pensamientos del Buen Padre Cestac que responden a esta pregunta.

 

Los rostros de la desesperanza

En 1831, en la ciudad portuaria de Bayona (Francia), nos detenemos ante un grupo de niñas abandonadas en la calle y otro de jóvenes prostitutas. Todas ellas dañadas en su dignidad, abandonadas por el mundo y por los más íntimos: sus propias familias. heridas y quebradas en la confianza de sus seres más queridos. "Descartadas" diría Francisco; con una profunda experiencia de soledad, propia de quienes son víctimas de la trata de personas, y de quienes padecen la explotación y el abuso. Sin muchas opciones más que rebuscarse el día a día, intentando sobrevivir. 


Resultado de un pasado que no ayudó para tener un presente digno. Empantanadas en el terreno de lo urgente. Pobreza de la más extremas pues conjuga lo material, lo espiritual y lo vincular. ¿Y su futuro? Una incertidumbre total. Sin alternativa para construir un proyecto de vida. Todo se reduce a sortear el día o la semana.

¡Qué oscura es la vida de estas niñas y jóvenes sin esperanzas!


La fuente de esperanza, la oración

En ese mismo contexto un joven sacerdote y Vicario de la Catedral de Bayona, el Padre Cestac se conmueve frente a la situación de las niñas y las jóvenes. Su recorrido por las calles de aquella ciudad lo afecta y moviliza interiormente. Desde una profunda experiencia de oración y atento a los signos de Dios… comprende que debe ocuparse para buscar una solución urgente. ¿Pero cómo responder a semejante pobreza? ¿Con qué medios? ¿Con quienes?

Nos recuerda el propio Luis Eduardo que en la oración están las respuestas… "Debo ser ante todo un hombre de oración". Aconseja con insistencia rezar antes de realizar una acción o tomar una decisión. 

"Nuestra esperanza es la oración, la oración hecha con confianza." La oración moldea su persona, sus pensamientos y sus acciones.


De pequeño y por cuestiones graves de salud, Luis-Eduardo experimentó el amor y la intercesión concreta de la Virgen María. Desde entonces se aferró a su amor maternal. El 19 de julio de 1838, en el Santuario de Buglose, pide a la Virgen el dinero necesario para recibir a esas jóvenes frente a lo cual escucha de Ella decir: "No me pidas sino mi Espíritu". Comprende entonces, que lo que pueda hacer por estas niñas y jóvenes será lo que María disponga en su espíritu. El Padre Cestac será el instrumento que materialice el amor de Dios expresado en María.

Su cercanía y compromiso son el rostro concreto de la esperanza para ellas.


La espera y la confianza se abren paso, se hacen refugio

En un primer momento, las niñas abandonadas son recibidas y acompañadas por el Padre Cestac y su hermana Élise en un humilde local prestado, pero al poco tiempo este quedará chico y será cuestionado por la presencia de las jóvenes prostitutas a quienes también busca rescatar. Las críticas del entorno ponen en tela de juicio la obra sin aportar colaboración.

Frente a toda dificultad Luis-Eduardo permanece aferrado a María y confía profundamente en su providencia. Finalmente, consigue establecerse en una propiedad denominada "Châteauneuf" en Anglet, la cual se convertirá en Notre Dame du Refuge.


Poco a poco la esperanza se hace presente en la vida de aquellas niñas y jóvenes… tienen una profunda experiencia de restauración y renovación. Cestac junto a un grupo de educadoras y su propia hermana, Elisa, construyen un lugar donde se vive el amor de familia. El trabajo de todos con la tierra, el desarrollo de cultivos, acompaña la siembra esperanzadora y otorga sustento para continuar con la obra. "En el trabajo en común se descubren hermanos." (L.E. Cestac)

Desde este presente, se consolidan sus proyectos de vida, ahora pueden alimentar sus esperanzas, pueden pensar en el futuro. La dignidad restaurada pronto les permitirá soñar con servir a los demás. 


El 6 de enero de 1842, un grupo de 14 mujeres inspiradas en la obra de Cestac decide consagrar su vida a María dando origen a la Congregación de las Siervas de María. Más tarde, en 1851 un grupo de jóvenes decide consagrarse a través del silencio, la oración y el trabajo. Surge así la comunidad contemplativa las Bernardinas: "Dios Solo".

La obra de María continuó abriéndose paso, traspasando los límites de Anglet, de Francia y de Europa. Encontrando diferentes rostros de la desesperanza, surgen un conjunto de obras para dar respuesta. Estas llegan hasta nuestros días y hasta nuestras comunidades.


No os dejéis robar la esperanza

Para sumar a nuestra reflexión queremos recordar algunas palabras de Francisco sobre la esperanza:

"Nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros; nace del saber que, con él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables, y ¡hay tantos! (…) 

Sigamos a Jesús. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza, no dejéis robar la esperanza. Esa que nos da Jesús." (Homilía del domingo de Ramos, XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, 24 de marzo de 2013)


La esperanza es virtud oculta y paciente

    • "Es la más humilde de las tres virtudes teologales, porque permanece oculta", explica el Papa Francisco: "La esperanza es una virtud arriesgada, una virtud, como dice San Pablo, de una ardiente expectativa hacia la revelación del Hijo de Dios (Rom 8:19). No es una ilusión." (Homilía de Santa Marta, 29 de octubre de 2013).
    • "Es una virtud que nunca decepciona: si esperas, nunca serás decepcionado. (…) La esperanza es concreta, es cotidiana porque es un encuentro. Y cada vez que nos encontramos con Jesús en la Eucaristía, en la oración, en el Evangelio, en los pobres, en la vida comunitaria, cada vez que damos un paso más hacia este encuentro definitivo." (Homilía de Santa Marta, 23 de octubre de 2018).
    • "La esperanza necesita paciencia, así como uno necesita tener paciencia para ver crecer el grano de mostaza. Es "paciencia para saber que sembramos, pero es Dios quien da el crecimiento." (Homilía de Santa Marta, 29 de octubre de 2019).
    • "La esperanza no es un optimismo pasivo sino, por el contrario, es combativa, con la tenacidad de quienes van hacia un destino seguro." (Ángelus, 6 de septiembre de 2015)..

    Concluimos

    Frente a la desesperanza, no estamos solos, Dios nunca nos abandonaría. Nuestra Madre intercede, seguramente tocando el corazón de alguien que será respuesta, como lo fue en su tiempo Luis-Eduardo. Ese alguien será portador de la esperanza necesaria para que la propia vida y la de otros tenga sentido.
    Estamos llamados a cultivar la virtud teologal de la esperanza:
    "Vivir con esperanza es caminar, sí, hacia una recompensa, hacia la felicidad que no tenemos aquí, pero la tendremos allí." (Santa Marta, 29 de octubre de 2019)
    Que el testimonio del Padre Cestac y su aliento nos estimulen y nos ayuden a 
    "Reavivar en nuestro corazón un impulso de esperanza que se traducirá en obras concretas de paz y fraternidad." (en palabras del Papa Francisco)

    Algunas preguntas par discernir

    ¿Cuáles son los rostros necesitados que se presentan en nuestras comunidades o alrededor de ellas? 
    ¿Cuál es nuestra respuesta?
    ¿De qué se alimenta nuestra esperanza?

    Cada uno de nosotros puede ser un "sembrador de esperanza". Esperamos tener noticias suyas.

    Oración para alimentar nuestra esperanza

    Señor, tú nos dices: "Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo".

    Que nuestra vida no pierda sabor, 
    Que a través de nuestro testimonio otros puedan saborear el gusto por vivir.

    No dejes que se apague nuestra llama interior,
    Acrecienta en nosotros la luz de la fe.
    Que podamos ser luz para los demás
    Que sea Tu luz la que refleje nuestro ser

    Y que, de la mano de María, 
    seamos esperanza para quien la necesite con urgencia.

    Amén


    El Padre Cestac y la esperanza

    La adquisición de la propiedad Châteauneuf, en noviembre de 1838, ascendía a 44.000 francos. "No hubo milagro para conseguir el dinero", escribió el P. Cestac, "pero la gente de buena voluntad ofreció un préstamo y algunos de los miembros de la familia Châteauneuf aceptaron dejar su dinero en el dominio a cambio de una renta".
    La casa comprada, era necesario hacer obras de remodelación: "En el estado de extrema pobreza en que me encontraba, tenía que aspirar a hacer una gran economía, sólo lo esencial."

    Cuando llegaron las primeras 14 jóvenes a Notre Dame du Refuge, en junio de 1839, la deuda del P. Cestac ascendía a 50.000 francos (adquisición, derechos de la administración fiscal, reparaciones).
    Las condiciones de vida al principio fueron extremadamente difíciles; el P. Cestac recuerda: "Nadie sabía trabajar tan bien que el trabajo no rendía casi nada, así que sentí los riegos de la pobreza y las verdaderas angustias de la indigencia... Muchas veces me encontré con grandes dificultades; la comunidad crecía, el gasto también y no se ganaba nada. Sin embargo, las cuentas se presentaban, había que pagar y muchas veces me quedaba sin un centavo... Como he sufrido bajo la presión de un acreedor..."

    Pasan los años y es la misma pobreza extrema:

    6 de enero de 1842, en la primera profesión de las Siervas de María, "No teníamos ni un poco de leña para recalentar al Obispo.";

    1846, principios de San Bernardo, "No podía hacer nada que valiera la pena porque no tenía medios...".


    ¿Cómo mantiene el padre Cestac la esperanza y su confianza heroica?

    Escuchemos su confidencia: "Sin recursos tuve que lanzarme con los ojos cerrados al abismo de la divina Providencia, y esta Providencia, oh mi buena Madre, eras tú, era tu corazón maternal." Y añadió: "Nunca me perdiste de vista, a veces de una manera, a veces de otra, nunca dejaste de acudir en mi ayuda en momentos de extrema necesidad..."

    Poco a poco fue surgiendo el amor al trabajo y pronto, a partir de 1850, el calvario de la extrema pobreza pareció desaparecer. La costura y, sobre todo, el bordado fino se añaden a los numerosos oficios. El padre Cestac se maravillaba: "Cuando la labor de aguja adquirió firmeza, (hacia 1859-1860) todo cambió... ¡Oh, Madre! ¡Mi buena Madre! ¡Qué bueno es abandonarse a tu ternura maternal y confiar sólo en ti y en tu corazón compasivo!"

    Recojamos también algunas de las numerosas palabras de aliento que el P. Cestac dirigió a las Hermanas:

    "...Estáis en manos de la Providencia... es vuestro consuelo, vuestra felicidad en esta vida y el fundamento de vuestra esperanza... En cuanto a la confianza en la divina Providencia, no está separada, para nosotros de la confianza en la santísima Madre de Dios..." (L. 27 de julio de 1839)

    "¡Todos los días y a cada momento del día, experimentamos felices sus maternales y a menudo milagrosas bondades! Pongáis pues, toda vuestra confianza en esta bondad y que su confianza crezca con las pruebas y las imposibilidades. Es cuando todo parece perdido que hay que esperar con una inquebrantable confianza." (L. 15 de marzo de 1858)
     
    "Nada toca su corazón materno como esa confianza simple, filial que le pide todo y nunca duda de su bondad. Este es el gran secreto de todas las protecciones y de todas las gracias." (L. 30 de julio de 1858)

    "Esperar siempre, incluso contra la esperanza, es el lema que debe apoyarnos y acompañarnos. Se basa en la inagotable bondad del Corazón de la más tierna de las Madres." (L. 7 mayo 1859)

    "Hay que esperar siempre, incluso contra toda esperanza, en aquella que nos acoge en su Corazón materno. Porque hay que reconocerlo: esta Madre de todas las bondades parece sufrir por todo nuestro sufrimiento, y a menudo se apresura a acudir en nuestra ayuda..." (L. 26 de noviembre de 1860)